Por Dr. Darsi Ferrer
Nunca en la historia de Cuba se llegó al extremo de discriminar a los cubanos por su origen nacional. La aplicación del apartheid como política de estado por las autoridades del régimen es la peor humillación sufrida por la nación cubana.
La segregación impuesta por la casta en el poder durante las últimas décadas supera las motivaciones raciales, políticas, religiosas, sociales, para supeditarse al desprecio por los nacionales.
Mientras los miembros de la nomenclatura y los extranjeros disfrutan de exclusivas instalaciones, recursos y servicios del país, los cubanos son relegados a la condición de parias, privados de esos derechos.
Tal separación, aunque supuestamente está proscrita por la legislación vigente y por los instrumentos jurídicos suscritos al respecto en la arena internacional, establece de modo oficial e invariable las arbitrarias diferencias sociales, con afectaciones sensibles a la población.
El apartheid garantiza a los usurpadores de la soberanía preservar el control político y los privilegios económicos y sociales que les niegan al resto de la sociedad.
Incapaces de generar riquezas por la incompetencia económica, el régimen utiliza como uno de los principales mecanismos para su sostenimiento las divisas que provienen de la inversión extranjera.
Las asociaciones económicas extranjeras, de modo ilegal e inmoral, obtienen ganancias millonarias a costo de servir de cómplices ex profeso del delito internacional de apartheid perpetrado por la casta dominante.
La española Sol-Meliá es la cadena hotelera de mayor presencia en el sector del turismo de la Isla. Controla un total de 24 hoteles de lujo, en preferentes zonas de los polos turísticos, de los que ingresa centenares de millones de dólares anualmente.
Igual a la situación existente en las demás instalaciones turísticas, en esos hoteles las gerencias aceptan la aplicación de la política oficial de exclusión a los cubanos y la exclusividad de disfrute para los extranjeros y los funcionarios de la cúpula del régimen.
Visitar o merodear esos recintos significa una posible prisión para cualquier cubano de a pie. La negación de los servicios no distingue diferencias respecto a quienes cuentan con el poder adquisitivo requerido, basta la condición de nacional para tener prohibido el acceso.
Los empleados de dichos lugares, en su inmensa mayoría, son seleccionados atendiendo a cualidades particulares; ser jóvenes, de la raza blanca y fieles partidarios de los intereses políticos del régimen.
Situación que no interfiere en las condiciones de esclavitud moderna a las que están sometidos por ambos patronos, inversores extranjeros y estado. A lo sumo, reciben un equivalente al 8 % del salario real en moneda convertible y carecen de derechos a huelga, a negociar sus contratos de trabajo o sindicalizarse libremente.
Los empresarios inescrupulosos deben tomar las lecciones de la historia, como recordar el caso de los bancos suizos sancionados moral y jurídicamente después del holocausto, por atesorar el oro del que los nazis despojaron a los judíos.
Escasas son las posibilidades del pueblo, por su miseria, de protagonizar un boicot que afecte los intereses económicos de los inversores foráneos, realidad distinta a la del exilio cubano y de otras personas, opuestas a la complicidad de esas compañías con el régimen de la habana, con capacidad de encabezar acciones dirigidas a presionar a los beneficiados de la marginación a los cubanos.
La utilidad de las campañas que perjudican las ganancias de los que adoptan una actitud de indiferencias ante las injusticias, se demostró en la eliminación del colonialismo inglés en la India de Mahatma Gandhi, de la política de segregación contra los negros en el sur de los EEUU de Martín Luther King Jr., y del sistema de apartheid en la Sudáfrica de Nelson Mandela.
La inversión extranjera constituye una necesidad indiscutible para el desarrollo de la nación, pero apegada a la legalidad y a los principios de respeto a las personas.
¿Por qué los cubanos y personas solidarias desde todas las latitudes no intentan unir esfuerzos y comienzan por Boicotear a la cadena hotelera Sol-Melía?
Quizás resulte favorable para que tales empresarios tomen conciencia respecto a su indigna actitud e influyan sobre el régimen para que desmantele el oprobioso sistema de apartheid.
Alfredo, I posted an English version of this at BUCL.org
ReplyDeleteMuy interesante el blog. Me ha gustado en general, y esta entrada en particular. Le invito a visitar el blog sobre Cuba: www.ohcuba.blogspot.com y dejar su opinión al respecto.
ReplyDeleteSaludos