Por Dr. Darsi Ferrer, Dir. del Centro de Salud y Derechos Humanos ¨Juan Bruno Zayas¨.
La asistencia médica inadecuada e irresponsabilidades de autoridades carcelarias y médicas provocaron la muerte de Norbert Jorrín Ortega, recluso de 20 años que cumplía sanción penal en la prisión provincial Combinado del Este, en La Habana.
Como antecedente, el joven Norbert padecía de asma bronquial severa, que lo obligó a ser hospitalizado con frecuencia por largos periodos durante los tres años que estuvo cumpliendo su condena.
Los últimos meses, Jorrín Ortega fue ingresado en el hospital del Combinado por crisis severa de asma rebelde a tratamiento, que llegó al extremo de mantener coloración cianótica por el compromiso respiratorio, además de complicarse con una gastritis medicamentosa y el desarrollo de Síndrome de Cushing, por la excesiva medicación con esteroides.
El pasado 22 de abril, en horas de la madrugada, los médicos del penal remitieron a Norbert para la terapia del Hospital Miguel Enríquez, en estado crítico. El diagnóstico incluía: crisis severa de asma bronquial, taquicardia (frecuencia cardiaca en 150 latidos por minuto), crisis hipertensiva, edema generalizado y posible tromboembolismo pulmonar.
En la sala de cuidados especiales del cuerpo de guardia, fue asistido por el Dr. Pedro de Armas, quien suministró medicamentos al recluso para mejorar su crisis de asma y para bajarle las cifras tensionales y la frecuencia cardiaca.
Al cabo de unas horas, lejos de admitir al paciente en la sala intensiva, el galeno determinó enviarlo de regreso a la prisión, al no encontrar, según su opinión profesional, elementos que sostuvieran el criterio de gravedad y de asegurar que el preso fingía parte de su estado de salud.
Pasaron dos días desde su regreso al hospital de la prisión cuando al joven Norbert lo trasladaron otra vez para el Miguel Enríquez, extremadamente crítico. Llegó a la sala de terapia intensiva en estado de coma, con serios compromisos respiratorio, cardiovascular, disbalance hidroelectrolítico y fiebres de hasta 41 grados celsius.
Sobre las seis de la tarde, del día 25, Norbert Jorrín Ortega no superó el cuarto paro cardiorrespiratorio, y murió acoplado a un ventilador mecánico.
Es evidente que, dado el progresivo y marcado deterioro de su cuadro clínico en los últimos meses, el joven recluso debió ser remitido con anterioridad del hospital de la Prisión para otra instalación de salud con adecuados recursos y personal calificado, por la presencia de complicaciones con riesgo para su vida.
El Dr. de Armas es responsable en la muerte del paciente por su indiferencia y carencia de profesionalidad ante el recluso, y su menosprecio de la valoración profesional de los médicos del Combinado sobre el caso, quienes por la sospecha de gravedad indicaron el ingreso en cuidados intensivos del hospital Miguel Enríquez.
Inadmisible fue la conducta de los médicos de la prisión, al acoger de vuelta al joven Norbert en un crítico estado. Tan solo dos días después lo remitieron nuevamente, pero ya en condiciones de salud irrecuperables.
La triste situación de este joven muestra el sistemático desconocimiento de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, en los centros penitenciarios de Cuba. La población penal está expuesta a daños físicos y psíquicos que comprometen su salud, por las condiciones infrahumanas a las que están sometidos y a la desatención e impunidad de parte de las autoridades.
Nota: Para más información sobre el tema de la salud de los reclusos
en las cárceles cubanas, consultar el informe: ¨La Tortura,
Método Sistemático de Castigo en Cuba¨.
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