Wednesday, July 23, 2008

“Candidatos presidenciales sin políticas hacia Cuba”

Por Dr. Darsi Ferrer
La Habana, 4 de julio de 2008.



La campaña electoral por la presidencia de los EEUU, como de costumbre, toca el asunto cubano. Los candidatos difieren en sus propuestas respecto a la política hacia la Isla y tratan de captar el voto de los exiliados de la Florida.

El Sr. Obama, candidato por el partido demócrata, asegura que si logra la Casa Blanca eliminará las restricciones a los viajes y remesas familiares, se muestra dispuesto a dialogar con el presidente Raúl Castro, aunque no pretende modificar el embargo económico.

Por su parte el republicano MacCain comparte la línea dura del actual mandatario. No ofrece posibilidades de diálogo con el gobernante cubano y aboga por persistir en las restricciones a los viajes y remesas familiares, así como en mantener el embargo.

Las propuestas de ambos candidatos comparten un diseño común, el compromiso moral con la causa de la libertad de Cuba. Ninguno de los dos propone una solución concreta que conlleve en el corto plazo a la apertura democrática.

Está claro que la responsabilidad de poner fin a la tiranía recae en los propios cubanos. Pero mucho podría influir el gobierno de los EEUU si adoptara una política coherente hacia la mayor de las Antillas.

Una agenda racional para favorecer los cambios que urgen en Cuba debe incluir el tema de los acuerdos migratorios. El régimen se beneficia en gran medida de los privilegios que disfrutan los cubanos para emigrar a territorio americano.

Como norma las personas optan por soluciones fáciles, más cuando se vive en condiciones extremas. La inmensa mayoría de los cubanos asocian oportunidades de progreso con la esperanza de irse del país.

La Ley de Ajuste, las 20 mil visas anuales, el Programa de Refugiados, son mecanismos que sirven de válvula de escape para atenuar la tensión social interna. En momentos críticos la tiranía resuelve facilitando los éxodos masivos. El resto del tiempo el sueño de escapar de la Isla enajena a gran parte de la población.

El gobierno de los EEUU tiene la alternativa de influir en la situación de Cuba. Basta con la suspensión de los privilegios migratorios, la eliminación de las restricciones a las remesas y viajes familiares, el levantamiento del embargo económico, y condicionar el diálogo con las autoridades de la tiranía al respeto de los derechos humanos.

Las limitaciones impuestas a los exiliados determinan que solo puedan viajar a la Isla una vez cada tres años y que el envío de remesas tenga un tope máximo de 300 dólares por trimestre. No es difícil comprender que resulta poco significativo el impacto de esas medidas para el régimen, en cambio perjudican el desarrollo de los nexos familiares. Miles de familias ansían normalizar los vínculos con sus parientes del exterior y, en la mayoría de los casos, subsisten con el dinero que ellos les mandan.

Las autoridades de la Isla se valen del embargo económico para justificar el fracaso de su modelo totalitario Aprovechan el sentimiento antiamericano que existe en muchos lugares del orbe y juegan el conocido rol del pequeño David que sobrevive asediado por el malvado Goliat. Por detrás del telón, mediante operaciones encubiertas desde terceros países, se ha mantenido ininterrumpido el intercambio económico entre ambas naciones. Y, con la autorización por EEUU de la venta de alimentos y medicinas al gobierno cubano, en los últimos años el “Imperio” se ha convertido en uno de los principales mercados para importar esos productos.

El planteamiento por un candidato presidencial de la posibilidad de dialogo con el gobernante de la Isla cae en el plano de la retórica. La base naval de Guantánamo se utiliza como escenario para los frecuentes encuentros entre militares de alto rango del ejército americano y el alto mando militar cubano, en representación de sus gobiernos. La agenda de conversaciones es amplia y se mantiene desde hace años sin ningún contratiempo. Por tanto, avanzar en esa dirección debe condicionarse a lo que esté dispuesto a ofrecer el gobierno de Cuba, principalmente en materia de derechos humanos.

La emigración legal a los EEUU favorece, de modo general, a aquellos cubanos con un comportamiento sumiso ante la política del régimen. Situación que se propicia por ser el ministerio del interior, a través del departamento de emigración, el que tiene la última palabra a la hora de autorizar el permiso de salida. Muchos disidentes y sus familiares tienen retenidas sus visas y son víctimas de chantaje como condición para abandonar el territorio nacional. El grueso de las personas que logran emigrar tiene en su hoja de servicios la militancia en organizaciones de masas, de corte progubernamental, y haber servido activa o pasivamente de soporte y estructura a la tiranía.
Para los cubanos cada segundo cuenta. Durante las próximas elecciones los exiliados tienen la alternativa de dejarse ilusionar con las promesas de los candidatos presidenciales respecto a supuestas soluciones para Cuba, o simplemente condicionar sus votos a cuestiones más realistas, como la situación de la guerra en Irak, los seguros médicos o la economía.

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