Friday, February 20, 2009

El miedo congénito y el TPEPT.

Por Sinue Escolarte
La Habana, Cuba.
sinuescolarte@gmail.com

Cuando se investiga una verdad social se corre un alto riesgo de ser imputado. Hay que saber sobreponerse a la sociedad en cuestión que tiende a ocultarla por su habitual crudeza, falsa protección y por temor a las consecuencias. Por eso la labor debe ser mas intensa y la dedicación y autenticidad visibles, haciéndose necesario pensar por muchas cabezas, anteponiéndose para aventajar la tendencia fácil, rutinaria, que se opone a todo esfuerzo mendigando la tutela ajena.

Nadie mas que los cubanos para hurgar en las raíces de nuestra indiferente, temerosa, dócil, obediente y ciega conducta actual. ?Es que somos una sociedad despersonalizada, o somos hombres prestados a esta sociedad¿. Acaso sombras que adaptadas acomodamos las creencias a nuestros apetitos y necesidades pretendiendo encubrir la indignidad dándole el nombre de revolución, que de ser así equivale a desequilibrio y vergüenza. Cuando se cree con firmeza, la conducta es invariable y la convicción irreducible, dejando ver tanto el carácter que nos acompaña como la personalidad y la imagen que se proyecta por el resultado de la obra terminada. Si es así, los cubanos tendremos que aceptar que nuestra obra, es la fabricación de una raza inferior, una raza de sombras, de miedosos, sin libertad moral, sustrato primordial de la dignidad humana.

Integramos una sociedad domesticada, que lucha menos y hace poco esfuerzo para sentirse libre, amoldando la ética a los prejuicios rutinizadores de las inteligencias, facilitadora de la homogeneidad que caracterizan a las tribus con las ventajas que ofrecen vivir en ellas, en detrimento de una conducta cada vez menos moral, que opaca los gestos altivos, haciéndonos incapaces de arremeter contra los obstáculos, las contradicciones y las mentiras.

Imposible mantener domesticada una sociedad por medio siglo si tuviera carácter, se conociera así misma, si tuviera sentido de pertenencia reconociendo su identidad.

Con la política de la retórica, el rebaño, el colectivismo, y el discurso incendiario, el camino nos ha conducido directo al automatismo y la inmovilidad, que debilita primero y decapita después, todo rasgo de individualidad y diferenciación, empujándonos al habito de la resignación, y la costumbre de la obediencia, engendradoras de una mentalidad domestica, paridora de hijos serviles, en un ambiente desfavorable para formarse un adecuado carácter y adquirir dignidad. Este es el hombre nuevo que se nos anunció y que hoy con orgullo mostramos al mundo.

Según Aristóteles, el que nace de siervos lo trae en la sangre. Si esto fuera cierto, a los cubanos nos sobran genes.

De nuestros aborígenes Siboneyes, El Padre Bartolomé de las Casas acotó. ¨¨Son las mas mansas y placidas de las gentes cautivadas como salvajes¨¨. De los Tainos se recoge ¨¨Un pueblo manso, humilde, obediente, con escaso interés por los placeres sexuales o el ejercicio de actividades físicas¨¨. La mansedumbre de los Tainos quedó demostrada por el miedo que le tenían a los Caribes, los que hacían incursiones de ataques y como eran caníbales, digerían a sus victimas como ritual, luego de conquistadas. El terror siempre acompañó al indio y sigue siendo hoy un poderoso factor en la búsqueda y definición de la personalidad social en Cuba.

Con la llegada de los conquistadores y el control sobre los Caribes, desapareció el miedo sobre ellos pero surgió uno nuevo y peor, ya que aquellos no habitaban la isla y los españoles, si. Fueron incontables los abusos, los crímenes y las matanzas, tanto que finalmente los desaparecieron del territorio. Pero sus genes continuaron aquí, mezclados en otros cuerpos de diferentes tonalidades.

Treinta largos años de guerra en la etapa de mas brillo en rebeldía y patriotismo que hayamos tenido en toda nuestra historia, marcó su fin sin victoria, con el advenimiento de la republica. Y comenzó un nuevo capitulo en 1959 que arrasó con nuestra libertad, hasta hoy, que vivimos el periodo de mayor pena y docilidad que jamás, hemos conocido.

El miedo congénito ha tenido mucho que ver en la conducta cubana de hoy y se comportó siempre como un caldo de cultivo para facilitar su crecimiento e instalarse con el tiempo, un Trastorno Por Estrés Post Traumático, que dejó indefensa, debilitada, ansiosa y discriterizada, a nuestra sociedad.

Primero fueron bombas por toda la Habana puestas por los muchachos del Directorio Revolucionario, El Movimiento 26 de Julio y otras organizaciones opositoras. Ataques a cuarteles como El Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el asalto Al Palacio Presidencial y la ¨¨guerra¨¨ de La Sierra Maestra. Después la lucha contra bandidos, las explosiones de La Cubre, el polvorín de La Habana, el incendio de la tienda El Encanto, la invasión de Bahía de Cochinos, la crisis de los misiles, la inminente agresión de los Estados Unidos desde hace medio siglo, las guerras de Angola, etiopia, Granada y otras muchas. Por otro lado, los medios de difusión anunciando explosiones con carros bombas en Israel. Secuestros llevados a cabo por guerrillas latinoamericanas. Desastres naturales y ejercicios militares, bastiones y guerra de todo el pueblo.

Han sido incontables las tensiones cotidianas mantenidas hasta hoy, en que la crisis energética, alimentaría y financiera no nos deja vivir junto al agobiante y cansón bloqueo imperialista. No puede haber otra razón que justifique la pasividad e indiferencia que nos invade, ante tanto abuso social y tanta pobreza, corrupción, e indolencia sin respuesta, que el miedo congénito y el Trastorno Por Estrés Post Traumático que tristemente padecemos y del cual, solo nosotros mismos, podemos curarnos.

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