Monday, May 23, 2011

Consideraciones sobre el castrismo cultural

Sobre una cuatrilogía de artículos de Manuel Cuesta Morúa: El “Castrismo Cultural”




Jorge Hernández Fonseca



19 de Mayo de 2011

Primero que todo quiero felicitar muy sinceramente a Manuel Cuesta Morúa por el formidable trabajo que nos ha presentado sobre un tema tan relevante. Quiero resaltar tres aspectos de sus importantes artículos sobre lo que él denominó “castrismo cultural”. En primer lugar quiero resaltarlo por abordar un tema básico para la cultura política y social cubana actual. En segundo lugar, por dar un enfoque de elevado nivel al tema, sin hacer concesiones al panfleto, o usar epítetos descalificantes. En tercer lugar, por la valentía de entregarnos un enfoque crítico de la dictadura que nos oprime, estando a merced de la bestia, ya en sus estertores finales.


La cuatrilogía está repleta de interrogantes, muchas de ellas abiertas, sin respuestas en el texto, lo que induce al lector --es mi caso ahora-- a tratar de responde algunas de ellas.

Cultura todos sabemos lo que es, pero nos resultaría difícil definirla en breves palabras, lo que sería conveniente para tener un punto de partida en el análisis. Si nos atenemos a la definición del intelectual brasileño Juan Paz Loreiro (Belém, Pará), entendiendo la cultura como “toda manifestación trascendente de un determinado grupo social”, tendríamos un punto de partida. Esta definición general engloba todas las culturas, desde aquella de los grupos eruditos, hasta la cultura propia de cada tribu de indios que habitan el Amazonas sudamericano.

Habiendo aceptado la definición anterior de cultura, personalmente leí los importantes artículos de Cuesta Morúa y sumé a las interrogantes formuladas en el seno de los análisis, otras preguntas complementarias. Si la cultura es manifestación “trascendente”, cabría preguntarse: ¿son los diez rasgos analizados por Morúa, verdaderamente “trascendentes” para el pueblo cubano?; o incluso, una pregunta más general fuera de la política y la economía, ¿ha habido imposición (desde el poder) de algunas manifestaciones que serán “trascendentes”?

Aclaramos que la palabra “trascendente” asociado e este tema no sustituye la palabra importante. Todo lo sucedido durante el castrato ha sido de fundamental importancia para la Nación cubana, porque con sus acciones ha habido una verdadera deconstrucción-destructiva del país, descendiendo varios peldaños en las escalas política, económica, social y moral. El hecho de que el castrato haya destruido literalmente la Nación cubana, no significa que los principios en los que se basó trasciendan como guías culturales hacia el futuro. Ellos han sido importantes (de fatal importancia) para Cuba, pero no necesariamente sobrevivirán --desde mi personal punto de vista-- porque futuramente habrá que luchar contra sus efectos, todos negativos para el tejido social cubano, sobre todo desde el punto de vista antropológico.


El tema que aborda Morúa en sus cuatro artículos tiene una doble interpretación: primero, aquella que circunscribe el “castrismo cultural” a una manifestación del grupo social castrista, que se comporta y manifiesta de la forma analizada por Morúa, pero sin pretender imponer conscientemente sus reglas a los cubanos; ellos actuando de esa manera, en la expectativa que sus manifestaciones sean interiorizadas y adoptadas como parte de la cultura cubana. La segunda interpretación es la que supone que el “castrismo cultural” es un producto que se trata conscientemente de imponer al país desde el poder, como parte de su cultura durable. En el primer caso, es la manera de comportarse la actual élite castrista; en la segunda interpretación, serían reglas que se tratan de imponer en la conducta de los cubanos para que trasciendan.


Entre las diez reglas analizadas por Morúa hay una mezcla de manifestaciones propias del comportamiento de la élite castrista exclusivamente, con otros rasgos que la dictadura pretende imponer como cultura permanente a la Nación cubana. Sin embargo, hay un aspecto importante relacionado con el tema que no fue mencionado por Morúa, pero que salta a la vista de cualquier observador de la sociedad cubana actual: el cambio de comportamiento general, en sentido negativo de los cubanos de la isla en aspectos relacionados con la chabacanería, el hablar distorsionado, las faltas de educación formal, ortografía deficiente, entre otros, debidos a la disgregación de la familia y el descaso generalizado con la educación y los educadores. Esta distorsión, si no se atiende y rectifica, sí pudiera trascender como parte de una subcultura.


Para juzgar si alguna manifestación entre las mencionadas por Morúa será trascendente o no, tendríamos que aguardar por el paso del tiempo, de manera a comprobar su adopción por parte de los cubanos, o por algún grupo social componente efectivo de la sociedad cubana. Personalmente opino que la cultura que se quiere imponer desde el poder, pocas veces (por no decir nunca) es aceptada como práctica trascendente válida, como tampoco lo es la literatura oficial impuesta, o el arte oficial impuesto (arte y cultura, claro, son categorías diferentes). En ese caso, los puntos señalados por Morúa dejarían de configurar características culturales cubanas (serían sólo castristas) aunque potencialmente, si fueran adoptadas trascendentemente, pudieran llegar a serlo.


Claro que los diez elementos analizados por Morúa son (quizá existan otros adicionales) las principales influencias del castrismo, como rasgos, hacia una sociedad cubana sometida al experimento fallido ejecutado contra nuestra Nación. Creo que es necesario incentivar y ampliar el trabajo que Morúa ha iniciado magistralmente, pero como aporte a la discusión, debo decir que, desde mi personal punto de vista, no se puede considerar como cultura cubana actual (sería sólo cultura castrista) el conjunto de rasgos analizados en la cuatrilogía.

Con relación a los aspectos culturales que Morúa no toca en su análisis --la deriva chabacana y desacertada que la sociedad cubana actual ha tomado en cuanto a los modales y educación formal, al lenguaje disminuido, el oportunismo desmedido-- que incluso ha sido objeto de críticas por educadores afines a la dictadura, sí puede considerarse como parte de una subcultura inducida por el sistema, pero no impuesta por el mismo. Es un conjunto de rasgos que jamás caracterizaron “la cubanía” --entendida como síntesis cultural de nuestro pueblo-- que surgió en el seno de la sociedad, como consecuencia de la caótica situación general actual.

¿Pueden tener futuro manifestaciones abiertamente chabacanas, políticamente incorrectas, ideológicamente inaceptables y socialmente degradantes?; la respuesta es sí, pudiera haber cierta aceptación en determinados grupos sociales. De ser así, es el deber de la Nación cubana luchar contra las distorsiones que pudiera haber en el quehacer social, incluso si estas distorsiones se imponen como cultura marginal. Lo que pudiéramos decir entonces es que no debemos confundir una cultura marginal, que es lo que de mayor trascendencia ha emergido dentro de la isla, confundiéndolo con algo aceptable, o como parte de la cultura cubana.

Hay otro aspecto que ha trascendido en la sociedad cubana: la pérdida de valores de todo tipo, como consecuencia de la carestía extrema y de la degradación a que el régimen ha sometido permanentemente a toda la sociedad. Esta carencia de valores no podemos considerarlo como cultura, sino más bien como un problema que, terminado el castrato, los cubanos debemos pasar a resolver, extirpando de la sociedad cubana esas manifestaciones decadentes y degradantes, que pudieran quedar limitadas --si ese fuera el resultado final-- a grupos marginales que insistan en mantener el proceder chabacano. De ser así, sí pudiera ser considerado cultura, como la resultante cultural negativa de un estado de cosas lamentables en todos los órdenes importantes de la vida social, debido al castrato.

El análisis anterior lo hago como cubano, de la manera más objetiva y comprometida con mi pueblo que me es posible, sin menospreciar para nada las personas de la isla sometidas, como antes fui yo sometido, a los extremos propios de un régimen que desprecia al ser humano.

De hecho, entre los daños que la destrucción del país ha causado en la Nación cubana, podemos decir que este daño de base cultural intangible es quizá el peor. La destrucción de nuestras ciudades y campos tiene solución a medio plazo, porque de la misma manera que fue construido por cubanos antes del castrato, será rehecho igualmente por cubanos; la destrucción de nuestra economía, también tiene formas factibles de solucionarse con el concurso del esfuerzo nacional; la transformación del campo político cubano en una feroz dictadura, también puede ser enmendada. Lo más difícil de restaurar sin embargo es el daño cultural, ético y moral, que probablemente nunca se llegue a manifestar de la manera expansiva y alegre de antes, producto del efecto de más de medio siglo de castrismo infectando el tejido social cubano.

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