Saturday, January 05, 2013

Algo más sobre la muerte de Chávez

Algo más sobre la muerte de Chávez, del chavismo y su repercusión para La Habana



Por Dr. Darsi Ferret
Miami, Florida. 3 de enero de 2013.
El colapso de la salud de Hugo Chávez, entre otras cosas, ha dado paso a la aparición en los medios informativos de un significativo número de sesudos análisis sobre el futuro de Venezuela y de la dictadura cubana. Casi todas las predicciones coinciden en otorgarle a los Castro un rol determinante en el desenlace de los próximos acontecimientos. Les reconocen una capacidad de influencia que los proyecta capaces de dirigir la sucesión venezolana a su conveniencia y hasta en posición de encontrar sustituto benefactor en caso de que se esfume el millonario subsidio de los petrodólares.
!Válgame, Dios! Asumir como racional los planes cocinados por el aparato de la inteligencia de La Habana, y vender la idea de que están en control de la sucesión en Venezuela, o de la supervivencia sin Chávez, es tan absurdo y loco como el fracasado engendro llamado “revolución socialista” cubana. Si aún no se han dado cuenta, los Castro no están en control ni de la situación interna en la isla, donde el desmadre de la corrupción generalizada no les permite que funcionen sus políticas, y ni siquiera tienen garantizada su propia sucesión, menos después de descabezar su línea sustituta, supuestamente natural, hace unos pocos años.
La muerte de Chávez, en cuestión de horas o días por cierto, desmerengará todo ese andamiaje conocido como chavismo del mismo modo que se viene abajo un castillo de naipes. También representa el fin de las estructuras y alianzas antidemocráticas que le acompañan enfocadas en la desestabilización de la democracia regional. Ni lo uno ni lo otro tiene alternativa de salvación posible. Y la razón es obvia; el Socialismo del Siglo XXI y todas sus estructuras están fraguados sobre el liderazgo carismático del caudillo moribundo. No tienen otro asidero, ni siquiera en la ya mermada billetera de PDVSA.
Hay quienes comienzan a valorar las circunstancias políticas al estilo del jugador de villar. Utilizan de argumentos, la opinión de que las recientes declaraciones de Evo Morales, casi un obituario de despedida de este mundo a su mentor ideológico, y la advertencia de Dilma Rousseff, contraria a la posibilidad de un golpe de Estado en su vecina nación, las echan a rodar como hilos coordinados del plan de los Castro, para afincar a Nicolás Maduro en el poder, quitándole del medio a las demás facciones en pugna, entre las que se destaca la comandada por Diosdado Cabello en alianza con los llamados narco generales y otros de sus compañeros de graduación aún activos en el ejército. Y montan en ese barco hasta al presidente Juan Manuel Santos, por la supuesta conveniencia de que La Habana le ofrezca garantías en el proceso de paz que este y su gobierno negocian con la narco terrorista FARC.
¿Cuál es el pedigrí de Nicolás Maduro? No perdamos de vista el hecho de que este señor hoy es el designado por Chávez para sustituto, pero cuando el comandante presidente debutó con el cáncer y hubo que operarlo de modo sorpresivo en La Habana, después Maduro pasó tiempo con un bajo perfil político, supuestamente medio tronado por el Patrón, por haber salido a buscar contacto con los Yanquis en esas horas de confusión e incertidumbre respecto al futuro.“Curiosamente” por estos días sale a la luz pública que ya comenzaron los contactos de alto nivel entre la Casa Blanca y el gobernante en funciones de la Patria de Bolívar, explorando vías que puedan facilitar la reconstrucción de las deterioradas relaciones bilaterales. Por ahora, el antiguo chofer de guaguas también representa la carta por la que apuesta, como mal menor, el castrismo. De consolidarse finalmente en el poder, esperemos a ver cuánto dura esa alianza. No sé por qué, pero lo que me viene a la mente es el destino del merengue en la puerta de un colegio.
Además, en el dilema de Venezuela lo decisivo en verdad no son las patrañas de los tiburones políticos latinoamericanos que se salpican de su renta, sino los intereses creados dentro de las propias filas del poder. Estos 14 años de chavismo han estado plagados de robo a las dos manos, malversación de bienes de todo tipo, corruptela a lo descarado, desvíos multimillonarios de recursos, narcotráfico autorizado por la oficialidad, desconocimiento arbitrario de las leyes, impunidad delictiva y otro chorro de barbaridades. En fin, que está en juego y con peligro de perderse las fortunas mal habidas de muchos de esos dirigentes y funcionarios chavistas y de los jefazos castrenses. Y no están exentos de que puedan concluir sus obras macabras hospedados en las prisiones por tiempo indefinido. Todo dependerá de cómo salgan posicionados en la sucesión en curso.
Y se sabe que el dinero cuenta con la propiedad de hacer bailar al cojo y ver al ciego. Lo que quedará servido en la mesa venezolana es, nada y más y nada menos, que todo el bistec del poder, libre de dueño a consecuencia de unas células malignas que no fueron derrotadas. Esto es algo así como miles de millones de dólares, y otras cuestiones vitales que implican libertad, muerte y estatus, para las hienas convocadas o en disputa por el codiciado botín. Imaginar que una sarta de ineptos y repudiables parásitos, a miles de kilómetros de distancia, van a disponer con autoridad sobre los contendientes en el terreno de la nación sudamericana, es tan tonto como confiar en las garantías que en España ofreció Francisco Franco en su momento: “todo está atado y bien atado”.
Una última anotación sobre Nicolás Maduro, para llegarle al puesto de heredero de la corona señalado por Chávez y los Castro, tuvo que sonreír melosamente mientras era analizado y sometido a escrutinio por el aparato seguroso de los cubanos. Esa actitud nada grata, lo demerita ante la facción de los chavistas que con prudencia esconden su rencor y desprecio a la pandilla totalitaria y a sus testaferros de Caracas. Tampoco le asiste la condición innata de liderazgo popular ni las cualidades de pintoresquismo payasezco, ni la desmesura grandilocuente de su liquidado presidente. Y llegado el momento de: ¡El rey a muerto! ¡Viva el rey!, desaparece para siempre la avasalladora obediencia que se le debía a Chávez y a las reglas por el impuestas. Saldrán del closet los afilados garfios de las ambiciones personales de la tropa sin comandante, y se formará inevitablemente el quitate tú pa’ ponerme yo, que, por supuesto, será la comidilla de la prensa internacional y el tema tabú de la Mesa Redonda en La Habana.
Pero regresemos al platanal de Bartolo con alambradas. A los que ya lo olvidaron les recuerdo que en los 90’, cuando el desplome de la URSS y su Campo Socialista, el régimen de los Castro logró sobrevivir a duras penas mediante la adopción de varias medidas que le representaron liquidez fresca. Estas fueron: legalizar el dólar, abrirse al turismo internacional, a la inversión extranjera, autorizar los negocios particulares y estimular el envío de remesas familiares. Para completar su jugada de resistencia ante la descomunal crisis, abrieron las compuertas fronterizas en 1994, y facilitaron el éxodo de más de cien mil cubanos. Luego, como bendición del cielo, les cayó Hugo Chávez con el boom de los precios del petróleo y su ambición continental, y sobre esa tabla salvadora han flotado hasta el día de hoy. Pero ojo, a diferencia del grueso regalo bolivariano, ninguna de las medidas mencionadas dejan beneficios significativos para la sobrevivencia de la dictadura, y los EEUU no aceptan ni pueden darse el lujo de comerse sin protestar siquiera otro éxodo masivo. En resumen, suprimir el multimillonario subsidio significa para Cuba que la desconecten del respirador artificial, y en su cuadro clínico comatoso ya se nota de antemano el tinte cianótico. No tendrá otra variante que morir de paro cardio respiratorio.
Hay quienes se aventuran en señalar a Brasil como futuro benefactor emergente. Lo que resulta una descabellada miopía. Es verdad que hay lazos históricos, políticos e ideológicos que unen a ambas naciones. El gigante de la samba constituye la potencia de mayor peso en América Latina. El gobierno de la Rousseff y su Partido de los Trabajadores (PT) forman parte de la izquierda internacional que tradicionalmente ha aupado a la Junta Militar de La Habana. Tienen fuertes inversiones en la isla, como la enorme remodelación del puerto del Mariel convertido en Zona de Desarrollo Especial. También se desmarca la nación sudamericana abriendo por primera vez al capital foráneo la destartalada industria azucarera, mediante el monopolio empresarial Odebrecht, cuya subsidiaria Compañia de Obras e infraestructura de Brasil (COI) recientemente firmó un contrato de administración del Central 5 de Septiembre, ubicado en la provincia de Cienfuegos. Desde la época del mandato de Lula da Silva, Brasil desempeña el rol de intermediario de la dictadura frente a los EEUU. Y en la ONU siempre concede su voto a favor de los hermanos Castro. Pero hasta ahí las clases, no tiene modo de escalar a ligas mayores, menos de asumir la manutención de ese régimen, como si se tratara de un polluelo en el nido.
Están los que identifican a Rusia y China de posibles sponsor sustitutos. Eso es como no haberse enterado de que la Guerra fría terminó hace nada menos que veinte años. Cuba no forma parte del área de influencia de ninguna de estas dos naciones. Y China no necesita situarse a 90 millas de USA, está colada dentro y participa activamente en el mayor mercado del mundo de bienes, productos y servicios, sin necesidad de arrimarse a la quebrada islita tropical. Por su parte, Rusia, país tercermundista con armamento atómico, antes se asfixió con el desangre por el envío de dádivas multimillonarias. En la actualidad ni siquiera tiene claro cómo resolver sus propios problemas económicos. ¿Qué ganaría con subirse nuevamente a su espalda a ese régimen sietemesino del Caribe? Así es, absolutamente nada, todo lo contrario.
No amerita ni tomar en serio los otros dos países que también dan algunos analistas como sucesores listos para sacar la billetera y sufragar al castrismo a falta de Venezuela, esos son Irán y Angola. Nada que ver, no reúnen la más mínima condición para cubrir tal patrocinio.
Lo importante a tener en cuenta es que Cuba no resuelve con alianzas políticas ni ideológicas. Requiere de billetes, muchos billetes regalados y es ahí donde se le traba el paraguas. Más, en esta época de crisis económica mundial, con precios del petróleo y los alimentos por las nubes. Sin menospreciar los tornados políticos que provoca la Globalización y las dinámicas y explosivas tecnologías modernas que trae consigo, y cuyo efecto transformador hasta en los escenarios más cerrados resulta imposible de detener. En la isla, a fin de mes hay que pagarle el salario al policía, al seguroso, al funcionario estatal, al panadero y los doctores… El transporte público requiere de un gasto mínimo al igual que el funcionamiento de los hospitales, escuelas e industrias o fábricas del gobierno. Algunos entendidos en la materia dictaminan que el régimen necesita entre 10 y 12 mil millones de dólares anuales para mantener operativa la infraestructura básica de la vida nacional. Y hay quienes cifran entre 6 o 7 mil millones el manjar que le saprofitan al chavismo. Por tanto, de cerrarse la pila de petrodólares el mambo se pone duro, durísimo. El pronóstico es que de esta no los salva ni el médico chino, ni la siembra de moringa o la cría de curieles.
Y ahora podemos guiarnos por el postulado que expresa la Tercera Ley de Newton: “toda acción genera una reacción”. En lo que se apaga el batallador incansable gran jefe a manos del agresivo cáncer con metástasis y todo que aqueja, se irá encendiendo y reverberando la enconada guerra palaciega entre las diversas facciones chavistas. Los Castro estarán muy atentos y con una injerencia cada vez más creciente en los asuntos internos de esa nación soberana que pretenden esclavizar por siempre. Y, por supuesto, la lucha intestina dentro del poder bolivariano, replicará con un efecto en espejo en las facciones del poder del régimen dictatorial de La Habana. Sobran en Cuba los cuadros del Ejército, Gobierno, Estado, Partido… que como en los casos de Egipto, Libia o Siria no están dispuestos a hundirse en la barca totalitaria y perder las riquezas acumuladas durante medio siglo con un sacrificio atroz. Esos hasta hoy fieles compañeros de viaje, brincarán como hace el guanajo al subirlo a un zinc caliente. No tengan dudas.
Para terminar de cocinar est ajiaco solo me resta referirme a otros dos factores. La administración de Barack Obama tiene el poder y la obligación moral de no repetir su postura de hacerse el sueco al estilo de la actuación de USA respecto a los crímenes de lesa de humanidad que ocurren en Siria desde hace más de dos años, protagonizados por Bashar Al Assad y su criminal régimen. Venezuela no está ubicada en Medio Oriente, es parte integrante de nuestro hemisferio. No se debe admitir bajo ningún concepto un golpe de Estado en esa nación sudamericana ni el desmontaje de la democracia y el Estado de Derecho. Con la aplicación de fuertes medidas políticas y económicas sobra para desalentar cualquier intento de secuestro del poder por parte de los chavistas sobrevivientes. No es momento para los EEUU de escudarse tras una política errada que opte por la contención y la llamada no injerencia en los internos de terceros. El orden civilizado y la democracia regional así lo ameritan.
Y soplan vientos arremolinados y libertarios. El pueblo venezolano demostró en las pasadas elecciones presidenciales que quiere libertad y cambios democráticos, votando en masa a favor del candidato opositor a pesar de la política del chantaje, la intimidación y la represión sufrida todos estos años. Está al sonar la campana y aparecerán los reclamos populares masivos. No es un pueblo manso ni cobarde, ya lo ha demostrado en muchas ocasiones. La comunidad internacional debe permanecer alerta para extenderle su mano en el momento que este se lance a las calles determinado a recobrar su libertad.
Están agotados, ya casi vencidos. No es tiempo de vida para Chávez, su chavismo y los mequetrefes de la Habana. Caerán.

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