Thursday, July 19, 2012

CUBA: JULY ANNIVERSARIES OF TWO MASSACRES

CUBA: JULY ANNIVERSARIES OF TWO MASSACRES
Unpunished, but not forgotten
July 6, 2007, Summit, New Jersey.
Among the most flagrant atrocities committed by the Castro regime in its long history of human rights’ abuses, two incidents stand out –the Canimar River Massacre of 1980 and the Tugboat Massacre of 1994. Both took place in the month of July and poignantly illustrate the Cuban leadership’s profound disregard for human life and their egregious violation of the fundamental right of citizens to leave their country.
On July 6, 1980 three youngsters hijacked an excursion boat that was to navigate inland along the scenic Canimar river flowing into Matanzas Bay. Surprised passengers screamed their approval to go to the United States, but the security guard resisted and shot at the youngsters, who wounded him with firearms clandestinely obtained from their military service. Concerned for his health, they sent him back to shore with a passenger who refused to leave. Alerted authorities commanded a chase. High-speed Cuban Navy patrol boats fired on the escapees and attempted to sink the vessel. Then, a Cuban Air Force plane overflew the boat and opened fire. Finally, most not yet wounded or dead drowned when a special boat used for heavy industrial work was brought in to ram and sink the vessel.
The excursion boat had capacity for one hundred passengers, yet only ten survived. Reportedly, there were at least 56 victims, including four children, ages 3, 9, 11, and 17. The actual number was kept secret and recovered bodies were not handed to the families, communal funerals forbidden. The Cuban government claimed it was an accident, but survivors were threatened with prison into silence and kept under surveillance for years.
Fourteen years later, on July 13, 1994, a group of around seventy family members and friends, including many children, boarded the tugboat “13 de marzo” in the middle of the night planning to escape to the United States. As they made their way out of Havana’s harbor, three tugboats that had been waiting in the dark started a chase. Relentlessly, they sprayed the boat with high-pressure water jets, ripping children from their parents’ arms and sweeping passengers off to sea. Finally, the attackers rammed the “13 de marzo” enough to make it sink. Passengers who had taken refuge in the cargo hold were pinned down and desperately pounded on the walls, the children wailing in horror, as they went down. Survivors who then clung to life in high seas, contended with the three pursuing tugboats circling them and creating wave turbulence and eddies for them to drown. The attack stopped suddenly when a merchant ship with a Greek flag approached Havana Harbor and Cuban Navy ships picked up survivors. Brought to shore, the stunned women and children were interrogated and sent home. The men were kept in detention for months and given psychotropic drugs. No bodies of the 37 victims (including 11 children) were returned to their families for burial. Survivors and relatives of the dead were denied information and put under surveillance. Many were dismissed from their jobs and systematically harassed by the authorities.
It later transpired that an infiltrator in the group had helped plan the operation to set an example with its violent suppression. The Cuban government claimed it was an accident and blamed it on the escapees and United States’ immigration policies. An international outcry prompted the government to promise an investigation, but instead it awarded the head of the operation, tugboat pilot Jesús González Machín, received a "Hero of the Cuban Revolution" medal. Requests by international organizations for information and redress have been all disregarded.
These and similar tragedies in Cuba remain largely ignored by world media and public opinion. Yet, the Castro regime has for decades systematically murdered civilians for trying to escape their country. Hundreds, perhaps thousands, may have been killed by government authorities for attempting to escape by sea, for seeking asylum in foreign embassies, or trying to cross into the U.S. Naval Base at Guantánamo. Today the U.S. Naval base in Cuba remains sealed off by barbed wire and mines, with Cuban border guards ready to shoot to kill. Cuba's Penal Code punishes attempts to leave the national territory without government authorization with up to twenty years in prison or death. Over the course of decades thousands have served prison, under dire conditions, for these so-called crimes. Still today, a number of political prisoners are serving very long sentences for attempting to escape the country.
Cuba Archive calls on world governments, international organizations, and all people of goodwill to hold the Cuban government accountable for its crimes and demand respect for the fundamental rights of Cuba’s citizens to life, safety, and the right to leave their country at will.
See www.CubaArchive.org for details on victims of exit attempts. Website sections “Reports” and “Case Profiles” have detailed reports on both massacres and other cases. The Multimedia section has several short interviews narrating killings in exit attempts. The database has individual case records for all documented victims.
Cuba Archive Truth and Memory Project
P.O. Box 529 / Summit, NJ 07902
Tel. 973.701-0520 / info@CubaArchive.org


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CUBA: JULIO, MES DE ANIVERSARIO DE DOS MASACRES
-IMPUNES, PERO NO OLVIDADAS.
6 de julio del 2007, Summit, New Jersey.
Entre las flagrantes atrocidades cometidas por el régimen castrista en su larga historia de abusos, se destacan dos incidentes –la Masacre del Río Canímar y la del Remolcador 13 de marzo, ambas ocurridas en el mes de julio. Estos sucesos no dejan duda sobre el profundo desprecio del liderazgo cubano por la vida humana y su cruel transgresión al derecho de los ciudadanos cubanos a salir de su país.
El 6 de julio de 1980 tres jóvenes se apoderaron de una recién inaugurada embarcación de excursiones, el “XX Aniversario,” que navegaba a lo largo del pintoresco Rio Canímar, desembocando en la bahía de Matanzas. Los sorprendidos pasajeros gritaron de alegría cuando supieron que se dirigían a los Estados Unidos, pero el guardia de seguridad se resistió, disparándole a los jóvenes. Estos lo hirieron con pistolas llevadas a bordo, obtenidas en su servicio militar obligatorio. Preocupados por el estado del herido, lo enviaron a tierra junto a un pasajero que rehusaba partir.
Alertadas las autoridades, ordenaron una persecución. Lanchas de alta velocidad de la Marina cubana alcanzaron la nave y dispararon a mansalva contra los pasajeros. Al no poderla hundir, pronto apareció un avión de la Fuerza Aérea, que también abrió fuego sobre el “XX Aniversario.” Finalmente, un barco especializado en trabajos industriales pesados entró en escena, embistiendo la sólida nave hasta que se hundió. La mayoría de los heridos y que habían logrado escapar sanos hasta el momento se ahogó. Aunque el barco tenía capacidad para 100 pasajeros, sólo sobrevivieron diez personas. El número preciso de víctimas quedó en secreto, pero se cuentan al menos 56 conocidas, incluyendo niños de 3, 9, 11, y 17 años. No se les entregaron los cadáveres recuperados a sus familiares y se prohibió la realización de funerales comunitarios. El gobierno cubano declaró que había sido un accidente y amenazó a los sobrevivientes con prisión para exigir su silencio, manteniéndolos bajo vigilancia por años.
Catorce años después, el 13 de julio de 1994, un grupo de alrededor de 70 personas, incluyendo muchos niños, abordó el remolcador “13 de marzo” de madrugada para escapar a los Estados Unidos. Cuando apenas salían del puerto de la Habana, tres remolcadores que los esperaban en la oscuridad comenzaron a perseguirlos, echándoles chorros de alta presión. Sin piedad arrancaron a niños que gritaban de horror de los brazos de sus padres y tiraron a varios pasajeros a ahogarse en el mar. Finalmente, uno de los remolcadores asesinos le propinó el golpe final al “13 de marzo,” hundiéndolo. Los pasajeros que habían buscado refugio bajo cubierta se ahogaron, atrapados y gritando, propinando desesperados golpes pidiendo ayuda. Los sobrevivientes se aferraban a la vida en mar abierto y en la oscuridad mientras los remolcadores del ataque daban vueltas en circulos alrededor de ellos, creando remolinos y turbulencias para ahogarlos. El ataque cesó repentinamente cuando un carguero con bandera griega se aproximaba al puerto de la Habana y de la Marina cubana comenzaron a rescatar a los sobrevivientes.
Al llegar a tierra, las mujeres y niños fueron interrogados a pesar de su trauma y enviados a sus casas. A los hombres los mantuvieron detenidos durante meses y endrogados. Ninguno de los cuerpos de las 37 víctimas, incluyendo 11 niños, fue devuelto a sus familias para su entierro. A los sobrevivientes y familiares de los muertos se les negó toda información y se les sometió a vigilancia. Muchos fueron despedidos de sus trabajos y acosados constantemente por la autoridades.
El gobierno cubano declaró que fue un accidente y culpó a los que escapaban así como a política de inmigración de los Estados Unidos. Más adelante se supo que hubo infiltrados en el grupo que habían ayudado a planificar la operación para dar un ejemplo al pueblo. Los reclamos a nivel internacional indujeron al gobierno a prometer una investigación. Sin embargo, galardonaron al jefe de la operación, el piloto del remolcador Jesús González Machín con una medalla de “Héroe de la Revolución Cubana”. Las solicitudes de información y restitución por parte de organismos internacionales permanecen en el olvido.
Estas y otras tragedias en Cuba son ignoradas por los medios de prensa y la opinión pública mundiales. Peor aún, se ha pasado por alto el que durante décadas el régimen cubano haya asesinado a civiles que buscan escapar de su país. Cientos, quizás miles, han muerto a manos de las autoridades cubanas tanto en intentos de salida por mar, como buscando asilo en embajadas extranjeras o intentando entrar a la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo. Hoy la afamada base permanece vedada a los cubanos por alambres de púa y minas y vigilada por guardafronteras cubanos con órdenes de disparar a matar. El Código Penal Cubano todavía penaliza los intentos de salida del territorio nacional sin permiso del gobierno con veinte años de cárcel o muerte por fusilamiento. Miles han pasado por las cárceles cubanas por esos supuestos crímenes, incluyendo los presos políticos que en la actualidad sirven largas condenas.
Archivo Cuba hace un llamado a los gobiernos mundiales, a las organizaciones internacionales, y a todas las personas de buena voluntad a que hagan al gobierno cubano responsable de sus crímenes y a que exijan que se respeten los derechos fundamentales de los cubanos a la vida, a la seguridad y a la libertad de salir de su país por voluntad propia.
En www.ArchivoCuba.org podrá ver detalles sobre víctimas de intentos de salida del país. Vea las secciones de Informes, Reseñas de Casos, y Multimedia, así como la base de datos en ingles, que contiene archivos individuales de cada caso documentado.

Archivo Cuba: Proyecto de Verdad y Memoria
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