Por Dr. Darsi Ferrer
La Habana, 6 de junio de 2006.
Los métodos represivos de la policía política del régimen de los hermanos Castro incluyen todo tipo de aberraciones e ilegalidades, sin que se observen los límites de su actuar, en función de someter a la sociedad mediante el terror.
El deterioro de la quebrantada salud del gobernante vitalicio incrementa los temores de la cúpula en el poder. La inseguridad en las altas esferas también es generada por la falta de legitimidad de la sucesión dinástica.
Se percibe en el país un incremento de la tensión social subyacente motivada por la grave crisis económica que ahoga al pueblo, una tensión que se transforma en insatisfacciones y descontento general en la medida que el inmovilismo oficial impide soluciones a la acumulación de problemas sociales.
Hasta ahora, la actitud de los castristas es evadir la responsabilidad ante la tragedia que sufre la nación por el afán de poder de unos pocos. Derivan las culpas a factores externos mientras aferran su política a la supervivencia.
La opinión pública internacional se distrae con espejismos respecto a Cuba. Centran la atención en qué hizo el Sr. Moratinos, qué dijo la Sra. Rice, discuten sobre el pragmatismo y la capacidad reformista de un viejo militar, si alguien posee o no dotes de periodista, y si ese alguien tiene mejor o peor semblante, entre otras insignificancias.
Lo cierto es que el régimen desempolva métodos represivos más brutales mientras se le agotan los mecanismos de dominación relativamente pasiva, amparados en el poco reproche y tolerancia internacional devenidos de sus atropellos.
Salvo pocas excepciones, en las valoraciones y políticas de los diferentes gobiernos referidas al tema de la situación en Cuba priman los intereses económicos en detrimento de la ética y de las necesidades de los cubanos, como se demuestra en la actualidad con la posición asumida por el gobierno socialista del Sr. Zapatero.
Durante los últimos tiempos el ataque a la disidencia pacífica incluye el incremento de las campañas difamatorias, el retorno a los encarcelamientos masivos, las torturas físicas y psíquicas, el terrorismo de estado mediante los actos de repudio, etcétera.
La población es aterrada con los frecuentes allanamientos de moradas de las brigadas de policías y trabajadores del ministerio de comunicaciones que persiguen la captación de señales satelitales por todos los barrios.
Otra modalidad rescatada recientemente por la seguridad del estado es el asalto de un vehículo en la vía pública y secuestro de todos los pasajeros (una anciana, una joven universitaria, una señora y un adulto, ajenos a la situación) para enmascarar el arresto de un disidente, con la intención de impedir su asistencia al lugar donde tenían preparada la filmación del programa News Today, de la cadena televisiva NBC.
El colapso progresivo del sistema totalitario amenaza la concreción del traspaso hereditario del poder. En esta etapa, los gobernantes se enfocan en ganar tiempo enviando mensajes banales hacia el exterior y para el interior desatan lo peor de la brutalidad de sus sicarios de la policía política.
Los acontecimientos señalan que la desesperación en las altas esferas del régimen reproduce el círculo vicioso: miedo-terror-inconformidad-pérdida de legitimidad social.
Es de esperar que, ante la ineficacia del modelo represivo acostumbrado, las cosas cambien…para mal. A nadie asombre que en cualquier momento la escalada represiva dispare la cantidad de nombres en las listas de desaparecidos o comiencen a aparecer disidentes baleados en las cunetas. El preludio lo constituye los centenares de presos políticos que lentamente y con impunidad están matando en las cárceles de la Isla.
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