Por Dr. Darsi Ferrer
La Habana, 19 de abril de 2008.
Más de un centenar de reclusos enfermó de súbito luego de comer una pasta alimenticia en la prisión “Combinado de Sandino”, ubicada en el extremo occidental de la provincia de Pinar del Río, el pasado 18 de abril.
La información la comunicó vía telefónica uno de los afectados a los activistas de derecho humanos Belinda Salas y Lázaro Alonso.
Los reclusos presentan diarreas, acompañadas de vómitos y síntomas generales. No se pudo precisar si hay casos reportados de gravedad, qué productos contiene la pasta, ni la causa biológica del brote. Las especulaciones señalan que la comida se dio en mal estado.
Como antecedente, en dicha prisión ocurrió un brote de enfermedad diarreica aguda el pasado año, ocasión en la que se intoxicaron unos 50 reclusos luego de comer tenca (pescado).
Por regla general, la población penal presenta pésimas condiciones físicas. Sufren una alta incidencia de desnutrición, anemia, enfermedades infecciosas y muchos de los enfermos crónicos están descompensados. La asistencia médica que reciben es pésima, por lo que les resulta difícil resolver sus problemas de salud.
Los militares imponen regulaciones que solo autorizan la entrada al penal de 25 libras de alimentos en cada visita familiar, beneficio que tienen cada 45 días como promedio. Ninguna cárcel dispone de servicio de cafeterías donde expendan alimentos.
La dieta de los reclusos no cumple con los requerimientos mínimos para el sostenimiento de la salud. Las raciones no llegan a las 1200 calorías y es pobre en el aporte de grasas, vitaminas, proteínas y minerales. A veces la comida la dan en estado de descomposición.
Ex convictos aseguran que cuando llegan a las prisiones los camiones con pescados, muchas veces los guardias mandan a subir el producto para el techo de la cocina, donde lo dejan a la intemperie por unos días, después lo hierven y se lo sirven a los presos.
También por estos días hay un brote de diarreas en la prisión de mujeres, conocida por “Manto Negro”.
Soportar malas condiciones, tratos crueles y las consecuencias de enfermedades, en ocasiones prevenibles, es parte del día a día que viven los condenados a privación de libertad en las cárceles cubanas.
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