La civilización ha progresado de modo tal que es imposible organizarla en torno al poder totalitario de un monarca. Lo prueba el estancamiento e involución de Cuba.
En el siglo XXI los países democráticos son los que ostentan mayor desarrollo y estabilidad. Sus gobernantes responden durante un plazo al mandato de sus electores, que los eligen por el voto de las mayorías.
El Sr. Fidel Castro, a los ochenta años de edad y con marcado deterioro de su salud, es incapaz por ley natural de volver a ejercer funciones como administrador absoluto del país.
La sucesión hereditaria en otro anciano militar enfermo para regir el destino de los cubanos muchos la consideran perpetuar una dinastía antinatural, antidemocrática e irracional.
Las decisiones que afectan a toda la sociedad deben ser consultadas y aprobadas por la nación, por mecanismos que le permitan ejercer libremente su soberanía.
Al pueblo de Cuba le asiste el derecho y es hora de que pueda decidir con garantías mediante el voto directo en Plebiscito la elección o no de quién asumirá como su máximo representante.
El Plebiscito demostraría que no hay nepotismo ni voluntarismo, pues sería un medio definitorio de legitimidad.
Por tanto, como ciudadanos Exigimos a los gobernantes se realice un Plebiscito que decida la Aceptación o No sobre el traspaso de poder al Sr. Raúl Castro.
Paso indispensable constituye la excarcelación inmediata y sin condiciones de todos los disidentes pacíficos presos políticos, y el cese de la persecución por expresión de ideas divergentes de la oficialidad.
Dr. Darsi Ferrer Ramírez
Dado en la Habana, a los 23 días de agosto de 2006.
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