Wednesday, November 01, 2006

Estatua de Castro en Nueva York

Estatua de Castro en Nueva York
por Wenceslao Cruz Blanco
Madrid 27-10-2006


El escritor italiano Secondo Tranquili decía que «la fama de muchos profetas descansa en la mala memoria de sus oyentes» lo que permite que pueda ocurrir una situación como la que se vivirá en Nueva York el próximo 8 de Noviembre. Una estatua de 25 pies (7,75 metros) de Fidel Castro, “adornará” el Central Park .
La estatua ha sido hecha por Daniel Edwards, y el propio creador ha desvelado en un vídeo “promocional”, que no se había percatado, hasta ahora, de la admiración que se sentía por Castro en Harlem, donde es considerado como : «un gran campeón de los derechos humanos». Algo que presumo también es la opinión del artista.
Un artista que quiera homenajear a los judíos no creo que fuera lógico hiciera una estatua de Hitler. Pero presumo que el Sr. Edwards desconoce los miles de muertos que ha provocado Fidel Castro en Cuba , ni las continuadas y permanentes violaciones a los derechos humanos en el casi medio siglo que lleva oprimiendo a su pueblo; pues, si es un hombre sensato, no se permitiría hacer un arte con un objetivo tan cruel. Cruel sobre todo por lo que significa para las víctimas.
Tampoco el Sr. Edwards está muy al tanto de la historia de su propio país. Y al parecer desconoce que Castro estuvo muy cerca de acabar con la vida de millones de americanos, cuando se instalaron en Cuba los misiles nucleares rusos. También ignora que la magnitud de las expropiaciones y nacionalizaciones sin indemnización, que los ciudadanos de los Estados Unidos sufrieron en Cuba , nunca han sido superadas por ningún otro país.
Al menos podría quedar el consuelo que el Sr. Edwards no debe haber olvidado lo que pasó en Nueva York el 11 de Septiembre del 2001, pues si encuentra una comunidad de fanáticos que adoren al que provocó 3.000 muertos, podría caer en la tentación igualmente de hacerle una estatua a Bin Laden. Pero las consecuencias de la ignorancia del Sr. Edwards y sus amigos de Harlem no deberían permitirlas los funcionarios públicos encargados de dar las licencias pertinentes para el establecimiento del monumento. Monumento muy desagradable y cruel para los familiares de decenas de miles de víctimas, entre ellas, ciudadanos norteamericanos. Tolerarlo es un insulto.
Muchos podrán pensar que impedir el insulto que representa omitir o tergiversar la verdad es ir contra la libertad. Pero la libertad nada tiene que ver con tolerar que una comunidad pisotee la memoria de tantas víctimas en un lugar público, aunque para ello lo intenten minimizar o disfrazar con el arte. Si quieren poner estatuas del dictador que la pongan en sus casas o en un lugar privado.
Si se permite el monumento a Castro en Central Park ¿qué impedirá la proliferación, en los lugares públicos de cualquier ciudad de los Estados Unidos, de estatuas a Pinochet, Mao, Hitler o Stalin, para complacer a otras comunidades que puedan sentir aprecio por tales y respectivos criminales?

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